For the ocean

¿Qué se puede hacer?

Man­te­ner lim­pio el acuí­fe­ro
De­te­ner la de­fo­res­ta­ción
Pro­te­ger la sel­va tro­pi­cal
Pro­te­ger el océano

Acuer­dos de ho­nor
No hay pla­ne­ta B

Cui­dar de todo
O per­der­lo todo

Cuidado - Actuar - ¡Ahora!

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La des­truc­ción de los sel­vas tro­pi­ca­les ace­le­ra el cre­ci­mien­to de al­gas

Flows - todo está interconectado

Ya sea en al­gún lu­gar de Ale­ma­nia, Mé­xi­co o Bra­sil, ¡po­de­mos ha­cer algo para ha­cer de este mun­do un lu­gar me­jor!

El Río Ne­gro y el Ama­zo­nas se unen en Ma­naus, Bra­sil. El Ama­zo­nas está ro­dea­do de sel­vas tro­pi­ca­les, las más gran­des del mun­do. Al­ma­ce­nan car­bono, in­dis­pen­sa­ble en la cri­sis cli­má­ti­ca. Son el ho­gar de al me­nos el 10% de la bio­di­ver­si­dad del mun­do.

El bos­que se cor­ta, se que­ma y se des­bro­za para su uso en la agri­cul­tu­ra, la ga­na­de­ría y el pas­to­reo. La capa su­pe­rior del sue­lo es arras­tra­da por los cam­pos, los nu­trien­tes lle­gan al Ama­zo­nas. La co­rrien­te flu­ye 6.400 km ha­cia el océano y dre­na así la mi­tad del con­ti­nen­te ha­cia el Atlán­ti­co.

La car­ga de nu­trien­tes hace que el cre­ci­mien­to de al­gas ex­plo­te en el Ca­ri­be y el Océano Atlán­ti­co. Una in­va­sión de las al­gas sar­ga­zo, el cin­tu­rón de al­gas, se ex­tien­de a lo lar­go de más de 8.000 ki­ló­me­tros.

Las al­gas sar­ga­zo en des­com­po­si­ción con­su­men el oxí­geno del mar y pro­du­cen zo­nas mor­ta­les. La vida en el mar su­fre por ello. Las al­gas sar­ga­zo tam­bién son arras­tra­das a las pla­yas de Mé­xi­co y cu­bren los si­tios de anida­ción de las tor­tu­gas, que ya no pue­den des­ovar allí. No hay hue­vos, no hay tor­tu­gui­tas.

Las al­gas en des­com­po­si­ción li­be­ran to­xi­nas y nu­trien­tes. Esto des­tru­ye los arre­ci­fes de co­ral y mata las al­gas ma­ri­nas. Los efec­tos de la de­fo­res­ta­ción afec­tan a mi­les de ki­ló­me­tros des­de el Ama­zo­nas has­ta la pe­nín­su­la de Yu­ca­tán en Mé­xi­co.

Uso sostenible de la biomasa de algas en el Caribe

Una vez que los mi­llo­nes de to­ne­la­das de sar­ga­zo lle­gan a las cos­tas del Ca­ri­be, la so­lu­ción del pro­ble­ma se com­pli­ca aún más. Mez­cla­do con are­na, el ma­te­rial es di­fí­cil de ma­ne­jar. Pero qui­zás los en­fo­ques para pes­car los desechos plás­ti­cos del mar ofre­cen pis­tas so­bre cómo po­dría­mos apro­ve­char las enor­mes can­ti­da­des de bio­ma­sa de al­gas sar­ga­zo. Como ma­te­ria pri­ma para fá­bri­cas flo­tan­tes, por ejem­plo, para la ge­ne­ra­ción de ener­gía o bio­po­lí­me­ros. Se­gu­ra­men­te esto se­ría me­jor que cu­brir las aguas cos­te­ras con gran­jas de al­gas a gran es­ca­la para cul­ti­var los com­bus­ti­bles del fu­tu­ro allí in­dus­trial­men­te y a ex­pen­sas de es­tas mis­mas gran­jas.

La im­ple­men­ta­ción de este en­fo­que se­gui­rá re­qui­rien­do algo más de in­ves­ti­ga­ción y ex­pe­ri­men­ta­ción, para lo cual uti­li­za­re­mos las do­na­cio­nes.

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